miércoles, 27 de abril de 2011

Los nibelungos

En su recorrido por el mundo de la épica, los alumnos de cuarto año de la secundaria superior leyeron una versión de El Cantar de los nibelungos

Manuscrito de El Cantar de los nibelungos


Noche de bodas de Gunther
Enfrentamiento entre Kriemhild y Brunhild

Sobre este texto, Borges escribió lo siguiente

(…) Ahora consideraremos el Nibelungenlied, Cantar de los nibelungos, escrito en Austria en el siglo XIII. En 1775 se descubrió en Hohenems (Suiza) un texto manuscrito completo del Nibelungenlied o, según las palabras del último verso de la obra (hie hat das maere ein ende: das ist der Nibelunge not: Aquí tiene su fin el cantar: esta es la desdicha de los nibelungos), del Nibelunge Not, Pena o Desdicha de los Nibelungos.


Kriemhild y Siegfried
(…)Otros trece años pasan y Kriemhild invita a sus hermanos a Etzenburg. Hagen procura disuadirlos, pero estos se empeñan en ir. Atraviesan el Danubio; una sirena, Sigelind, profetiza que, salvo el capellán del rey, todos perecerán. Hagen, para desmentir la profecía, arroja al capellán por la borda. Este se salva, Hagen acepta el inevitable destino y, cuando tocan la otra margen, rompe la nave. En Etzelnburg, Kriemhild pregunta a Hagen si ha traído el tesoro; Hagen responde que ha traído su escudo y su espada. Mil guerreros han acompañado a Gunther y a Hagen, miles de hunos ponen cerco a la casa en que están alojados. Todo el día combaten; los sitiadores, esa noche, prenden fuego a la casa. Los guerreros, atormentados por la sed, beben la sangre de los muertos. Kriemhild ofrece llenar de oro rojo el escudo de quien le traiga la cabeza de Hagen. La batalla prosigue; de los sitiados solo quedan, al fin, Gunther y Hagen. Los acomete Dietrich von Berne, los vence y los entrega atados a Kriemhild. Hagen dice que no revelará el lugar del tesoro mientras viva su rey; Kriemhild hace matar a Gunther. Hagen le dice: “Solo Dios y yo sabemos ahora el lugar del tesoro.” Kriemhild le corta la cabeza con la espada de Sigfrid; Hildebrand, uno de los caballeros de Dietrich, la mata, horrorizado.
El poema se cierra con esta estrofa:

I’ne kan iu niht bescheiden      was sider da geschach:
wan ritter unde vrouwen      wein man da sach,
dar zuo die edeln knehte,     ir lieben friunde tot.
hie hat das maere ein ende:     das ist der Nibelunge not.


(No puedo referir qué pasó después. Caballeros, mujeres y nobles escuderos lloraron a sus queridos amigos muertos. Aquí la historia tiene fin: este es el Pesar de los Nibelungos)

Muerte de Siegfried
Jorge Luis Borges y María Vázquez sobre “El Cantar de los Nibelungos” en su Literaturas germánicas medievales. Buenos Aires, Falbo Librero Editor, 1965. 

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